Los Estados se componen necesariamente de territorio, de población y de organización política. Que el Estado sea viable financieramente no parece ser un elemento imprescindible, a la vista de los niveles de deuda pública: basta con que se puedan ir atendiendo las amortizaciones y el pago de intereses.

La crisis climática plantea por primera vez que algunos Estados, como Tuvalu, planeen su existencia con posterioridad a haber sido engullidos por las aguas. En principio, un Estado sin territorio sería inviable, pero la realidad evoluciona más rápido que los principios formulados al inicio de la Edad Moderna.

El gobierno de este país ha modificado la constitución para determinar que este existirá “perpetuamente”, aunque el territorio desaparezca (The Economist, “Tuvalu plans for its own disappearance”, 12 October 2023).

La referencia a la perpetuidad no parece casual, Bodino definió la soberanía como el poder absoluto y perpetuo de una república.

Incluso, desde una visión más propia del Derecho Internacional Público, se sugiere el mantenimiento de la zona económica exclusiva marina aunque no haya territorio que sirva para su delimitación.

Adicionalmente, el gobierno prevé, según indica The Economist, convertir Tuvalu en un “país digital”.

Los Estados limítrofes tienen la última palabra, en la medida en que acepten o no estos postulados, también aplicables teóricamente a ellos mismos, pues están sometidos a una misma amenaza.

Quizás este sea el origen de una nueva distinción entre Estados: los que cuentan con territorio, y los que, simplemente, se contenten con mantener su existencia virtual en el metaverso.

 

(Imagen de la autoría de natanaelginting – www.freepik.es)


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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