Para gestionar una entidad bancaria desde los puestos ejecutivos de mayor responsabilidad hace falta, en esta época, conocimiento, experiencia, sangre fría y nervios de acero. Del “modelo 3-6-3” de otros tiempos, en los que hacer banca era una tarea sencilla y llevadera, queda poco. El reconocimiento de la función social de la profesión también se ha derretido como lo están haciendo las placas de hielo por el aumento de las temperaturas del planeta.

En el artículo de The Economist “European Banks need new chiefs” (13 de febrero de 2021) se muestran las dificultades para encontrar recambio en los puestos ejecutivos de las grandes y tradicionales entidades bancarias, cuyos líderes bien son mayores, bien han perdido su brillo. Según un “headhunter”, hace diez años era fácil disponer de 15 a 20 candidatos de nivel para ocupar un puesto, cuando, hoy día, el listado se reduce a cinco o seis.

Muchos candidatos, simplemente, no están dispuestos al escrutinio público de esta profesión, además de que los sueldos no son lo que eran (por ejemplo, en 2018 se generó polémica cuando ING propuso elevar la retribución de su CEO hasta los tres millones de euros).

Encontrar candidatos externos es cada vez más complicado, especialmente si no dominan el idioma empleado en la entidad de origen; por ejemplo, UniCredit, tras la salida de su CEO de origen francés, está favoreciendo, al parecer, la llegada de un nuevo consejero delegado que domine el italiano.

Paradójicamente, las empresas tratar de reclutar candidatos en “industrias adyacentes”, como la de los pagos o la de los seguros, con dominio de lo digital.

Todo lo anterior lleva a The Economist a concluir que “para curar bancos en crisis, los consejos de administración necesitan sangre nueva”.

 

(Imagen de la autoría de pch.vector – www.freepik.es)


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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