«Sidi. Un relato de frontera», Arturo Pérez-Reverte, DEBOLS!LLO, 2021, pág. 95

“Maquinado por el burgalés, que conocía el paño y al paisanaje, todo había salido bien. Con el nombre y la fama de Ruy Díaz como aval, Antonílez había ido a ver a los prestamistas llevando dos arcas de hierro cerradas, cargadas con piedras y arena, asegurando que en ellas estaban las joyas, los vasos sagrados y otros objetos de valor que Jimena, la esposa de Ruy Díaz, había heredado de su familia. Se trataba de dejarlos en depósito a cambio de la suma prestada, con la garantía de su propietario y el compromiso de que, si la cantidad no era devuelta en el plazo de dos años, los acreedores podrían disponer de todo con libertad. La única condición, y por eso venían así las arcas, era que, siendo Jimena devota cristiana, amén de escrupulosa como mujer, ningún nieto de Abraham podía tocar aquellos objetos, por lo que las cerraduras iban selladas con plomo. Ése era el trato, planteado por Martín Antonílez con todo el cuajo del mundo y sin que le temblara un músculo de la cara. Los dos hebreos se habían retirado a deliberar, y al cabo de un momento regresaron para acepta la oferta. Que de verdad se creyeran la historia o no vieran otro remedio daba igual: cuatro mil onzas pasaron a manos de Antonílez en talegos llenos de monedas. Y fue así, pagada por el disperso pueblo de Israel, como la hueste de Ruy Díaz pudo salir a campaña”.

 

Imagen de Augusto Ferrer-Dalmau, tomada de https://www.xlsemanal.com/personajes/20190908/arturo-perez-reverte-el-cid-nueva-novela-sidi-entrevista.html


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

1 comentario

Jose M Hidalgo · 3 marzo, 2021 a las 8:00 pm

Podemos afirmar entonces que los banqueros de aquella época, ya financiaban las épicas batallas de Castilla

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