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Se cumplen en 2023 quince años de la debacle financiera que tras años de descontrol sirvió para purificar —¿transitoriamente?— el sistema financiero.

Netflix ha emitido a comienzos de este año la miniserie “Madoff: El monstruo de Wall Street”.

Al parecer, Madoff engañó a casi todos para recaudar en efectivo unos 19.000 millones de dólares que alcanzaron una valoración totalmente ficticia de casi 65.000 millones. Según la serie, ni un centavo se canalizó a los mercados a través de la ejecución de órdenes, a diferencia de otros fraudes similares.

La estructura fraudulenta se articuló sobre un negocio legítimo de creación de mercado, acompañado de otro absolutamente irregular de asesoramiento de inversión, apoyado en una cuenta de depósito abierta en los últimos tiempos —cuando mayor fue la estafa— en JP Morgan.

La rentabilidad de las pretendidas inversiones siempre fue en aumento, incluso en los momentos en los que los mercados atravesaban turbulencias. Bernie siempre acertaba, nunca se equivocaba. Bajo todo ello subyacía un simple esquema Ponzi.

Entre tanto, hasta su caída en 2008, Madoff gozó del reconocimiento de los mercados, de los reguladores, de los supervisores y de los inversores, incluso de su admiración.

La SEC (“Securities and Exchange Commission”) erró al supervisar las actividades de Madoff, a pesar de recibir en varias ocasiones avisos expresos bien fundados; JP Morgan ignoró la intensa actividad de su cliente al canalizar el dinero facilitado por terceros, a pesar su escandaloso importe; los inversores se acostumbraron a unos retornos absolutamente impropios en comparación con los de otros instrumentos financieros; los empleados honrados —la inmensa mayoría, en apariencia— nunca sospecharon de irregularidades; tampoco las autoridades fiscales hicieron saltar la liebre.

En 2008, las peticiones de liquidez de los inversores hicieron saltar por los aires el negocio de Madoff, quien quedó atrapado en los escombros de lo que anteriormente fue un palacio externamente fastuoso, propio de la aristocracia de Wall Street.

La estafa piramidal atrapó a los clientes que mantenían sus fondos bajo la gestión de Bernie; los más afortunados se retiraron antes, aunque muchos de ellos tuvieron que devolver las ganancias generadas, incluso por sus causahabientes, décadas atrás (se llegaron a recuperar unos 14.000 millones de dólares de este modo, para compensar a quienes lo habían perdido todo a costa de los que anteriormente habían ganado “algo” —el despacho de abogados encargado de la tarea se embolsó unos 1.000 millones de dólares por ello, declinando participar en la serie con sus declaraciones—).

A la ruina económica y financiera le acompañó en la gran mayoría los casos la desgracia personal y años de zozobra mental. No solo los clientes sufrieron: un hijo de Madoff se suicidó, el otro murió víctima de un cáncer fulminante antes de alcanzar los 50 años; su mujer perdió todas sus propiedades y terminó viviendo en un coche, acompañada de dos maletas. Madoff murió en la cárcel en 2021, sin evidenciar arrepentimiento. Se le califica como “financial serial killer” (asesino en serie financiero).

Lo más descorazonador acaso sea la reflexión final de la serie, con Kindleberger y Galbraith, entre otros: ni esta ha sido la primera ni será la última estafa financiera masiva; es más, es probable que termine llegando otra de magnitudes todavía más colosales.

Contenidos relacionados:

Lehman Brothers y la crisis financiera: cuando la vida nos da una segunda oportunidad”, iAhorro, 2 de octubre de 2018.

Imagen: Portada de The New Yorker (2009)


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

1 comentario

Jose Miguel Andreu · 15 febrero, 2023 a las 9:03 am

Saludos Jose:
Te adjunto un podcast sobre el tema que me gustó mucho

https://www.ivoox.com/tortulia-153-madoff-estafador-mas-audios-mp3_rf_28803964_1.html

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