El pasado 31 de octubre de 2018 tuve el privilegio de participar en la primera sesión del V Seminario sobre Regulación Económica, Competencia e Integración Europea (Perspectivas de Análisis Económico del Derecho Público), en el marco del Módulo Jean Monnet-Seminario de Doctorado (2018-19), dirigido por el Profesor Alberto Ruiz Ojeda. La sesión, titulada genéricamente “La regulación bancaria y financiera: un nuevo escenario”, se desarrolló en la Facultad de Derecho de Málaga.

Fui alumno del Profesor Ruiz Ojeda unos veinte años atrás, aunque, en fecha más reciente, retomamos el contacto gracias a las redes sociales. Desde entonces, nuestros encuentros son más que frecuentes, lo que me honra, pues, aunque pueda decir lo contrario, él sigue impartiendo su magisterio a un discípulo que se limita a asentir, a tratar de seguir sus sofisticados pero razonables argumentos en materia, entre otras, de análisis económico del Derecho, y a aportar algún criterio, que, como insuficiente contrapartida, pueda resultar de su interés.

El acto fue doble o triplemente exigente —y de provecho personal, en el fondo—: por un lado, tuve la responsabilidad de que en el público se encontrara el Profesor Souvirón, alumno de Derecho Administrativo del que también fui años atrás, y, por otro, mi compañero en la sesión fue el Profesor Juan A. Carrillo.

El título de mi ponencia fue “De banqueros de los reyes a los reyes de la banca digital”. Me pareció oportuno comenzar destacando el círculo vicioso (“doom loop”) entre los soberanos y el sistema financiero, al que una Unión Bancaria todavía inacabada trata de poner fin. Esta relación mutuamente perniciosa, arranca, en contra de lo que se pudiera pensar, de un momento alejado en el tiempo: la constitución de los primeros Estados soberanos y el comienzo de la actividad de unos banqueros que dejaron de comerciar con mercancías para centrarse en “commodities” como el dinero y otros activos financieros. Este círculo vicioso ha sido especialmente perceptible en nuestro país, que encabeza el “ranking” de suspensiones de pagos, con 14: desde la primera, en 1557, hasta la más reciente, en 1882, aquella en época de Felipe II, esta en la de la Primera Restauración Borbónica.

Este enfoque lo he desarrollado sucintamente en «Economía y finanzas en el siglo XVI: la visión de Ramón Carande en “Carlos V y sus banqueros”» (eXtoikos, nº 17, 2015) y en “Mercaderes-banqueros en la época de Miguel de Cervantes” (nº especial dedicado a “Cervantes y su época: el contexto socioeconómico”, 2016).

De ahí enlacé con las cuestiones más relacionadas con el sistema financiero de la actualidad y sus retos, inspirándome, especialmente, en mi capítulo “El marco de actuación de las entidades de crédito”, de la obra colectiva “Los mercados financieros”, 2ª. ed., coordinada por Campuzano, A.B., Conlledo Lantero, F., y Palomo Zurdo, R.J., Tirant lo Blanch, Valencia, 2017, págs. 215-251.

Tras algunas aclaraciones conceptuales que me permitieron centrarme en los mercados de crédito y en las entidades de crédito, destaqué la necesidad de que una economía desarrollada cuente con un sistema financiero sólido, especialmente para la financiación de la actividad económica.

Tras la Gran Recesión y el rescate de las entidades, mayoritariamente, con fondos públicos, el sistema financiero ha debido afrontar una cuádruple transformación: regulatoria, supervisora, de modelo de negocio y digital.

De ello ha resultado un marco regulatorio y supervisor complejo, profundo y riguroso. En cuanto a la supervisión, particularmente en Europa, la decisión política adoptada en junio de 2012 permitió que, partiendo de un código normativo básico establecido en 2013 (Directiva y Reglamento sobre requerimientos de capital), en 2014 comenzara su actividad el Mecanismo Único de Supervisión y, en 2016, el Mecanismo Único de Resolución, a falta, para cerrar el sistema, de la implantación de un Fondo de Garantía de Depósitos Unificado, que sigue en fase de negociación política.

El cambio en el modelo de negocio implica que, en un entorno de tipos de interés cercanos a cero o negativos, las entidades de crédito deben tener menos dependencia de los intereses que resultan de la intermediación entre la captación de depósitos y la concesión de crédito y más del devengo y el cobro de comisiones de la clientela por la prestación de servicios. La situación es especialmente delicada para muchas entidades del sector porque el ROE (“return on equity”) es inferior al COE  (“cost of equity”).

La última transformación es la que se liga a las tecnologías y a los nuevos competidores no bancarios, las entidades “Fintech”, que son más pequeñas pero mucho más ágiles que las entidades bancarias tradicionales y, además, tienen mejor reputación. Al respecto señalé que, según Bill Gates, la banca es necesaria pero los bancos no… Aunque se aprecia una cooperación entre el sector tradicional y las entidades “Fintech” más pequeñas y medianas, el desafío podría llegar cuando las grandes empresas tecnológicas, las conocidas como GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple), entren de lleno en la oferta de servicios de pago y en la concesión de crédito (por el momento, la captación de depósitos se mantiene como actividad reservada solo accesible para las entidades de crédito).

Con mis últimas reflexiones antes de agotar el tiempo concedido y de ceder la palabra al Profesor Carrillo, puse de manifiesto la necesidad que tiene el sector de recuperar la confianza de la clientela, socavada en buena medida durante los años posteriores al comienzo de la crisis. El sistema financiero no puede desarrollar sus esenciales funciones sin la confianza de los usuarios de servicios financieros y del público en general, por lo que cualquier atisbo de duda sobre la conducta de las entidades debe desaparecer. La intensa protección judicial conferida a los clientes en estos últimos años debe valorarse favorablemente, aunque surgen dificultades, como la preeminencia de un Tribunal de Justicia de la Unión Europea que corrige sin rubor a los tribunales nacionales del más alto nivel, o la insuficiente valoración de los efectos económicos de las decisiones judiciales, por mucho que los tribunales estén sometidos únicamente al imperio de la ley, como es obvio.

Ciertamente, la última palabra sobre las finanzas del futuro la tienen los clientes, pues tendrán que optar entre las entidades de siempre y los nuevos oferentes de servicios financieros.

Tras la intervención del Profesor Carrillo se abrió un debate con los doctorandos presentes en la sesión y con otros asistentes a la misma, en el que, por supuesto, se habló de las “Fintech”, pero también de los procedimientos de resolución y, con enfoque propio del Derecho Administrativo, de la posible expropiación de derechos no sujeta a procedimiento que aquellos pueden entrañar.

Traté de destacar, en una intervención de urgencia de un minuto al finalizar el debate, alguna idea clave, pero, de forma contundente —y acertada—, en el preciso momento en el que el minutero del reloj alcanzaba las 14:30, nuestro moderador zanjó la cuestión: “dejemos la conclusiones para los idiotas”.

Reitero mi agradecimiento al Profesor Ruiz Ojeda por haber considerado pertinente mi participación en un seminario como el suyo, en el que la excelencia se percibe tan pronto como se entra en el aula.


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

1 comentario

Juan Miguel · 7 noviembre, 2018 a las 12:30 pm

D. José María, mi admiración por su excelencia en las expresiones gramaticales, en la riqueza del lenguaje y en la exposición de sus argumentos.
Repasando sus trabajos y escritos recogidos en este blog, aún me sorprende el haber conocido y compartido durante el desarrollo de un I Experto en Consumo, en la Facultad de Derecho de Málaga, a una persona con la inteligencia y el bagaje cultural que en usted se contiene.
De lo leído me admira un elemento importante de la Comunicación:Como desde el motivo financiero usted abre las posibilidades a otros múltiples campos del SABER (Es interesante la conexión que parte de una idea, un motivo, una situación, un campo del saber y abre un abanico de ideas, motivos, asuntos y situaciones de otros y diferentes campos o materias del CONOCIMIENTO HUMANO.
Mi ovación más cálida y sincera a su persona por su inmersión en el ámbito de la Literatura
He recibido la invitación para la presentación de su ensayo de «2017-2007: Una década para un nuevo orden».
Gracias.

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