(Artículo publicado en UniBlog el 7 de mayo de 2019)

La necesidad de los Estados de acudir a los mercados de capitales para financiarse a través de la emisión de deuda pública no es nueva. En la obra “This Time Is Different: Eight Centuries of Financial Folly” (“Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera”) (2009), de Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, se da cuenta de esta centenaria práctica, e incluso del primer “impago soberano” en la Inglaterra de mediados del siglo XIV.

Aunque se puede afirmar que este libro, no exento de polémica, ha consagrado a Reinhart y Rogoff, nos encontramos ante economistas de perfil académico que han desempeñado cargos de relevancia en instituciones financieras internacionales, como, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional.

Centrándonos en Carmen M. Reinhart, su aportación se ha focalizado, en efecto, en las finanzas internacionales y en los flujos internacionales de capital, y en el estudio de las crisis financieras.

Esta actividad profesional y académica la ha hecho merecedora de diversos reconocimientos, de entre los que podemos destacar la reciente concesión del “XVII Premio de Economía Rey Juan Carlos”, instituido por la Fundación José Celma Prieto. Se trata de la primera mujer que recibe este galardón.

El discurso de aceptación del Premio, pronunciado en diciembre de 2018, nos permite elaborar la siguiente semblanza de Carmen M. Reinhart, casada desde 1981 con el también economista Vincent Reinhart, aunque llamada originariamente María del Carmen Castellanos, lo que denota su origen hispano (nacida en La Habana de padres cubanos, sus abuelos eran españoles). En 1966, a la edad de 10 años, se estableció con su familia en Miami.

Como ella misma afirma, jamás habría sospechado en su adolescencia que se convertiría en una economista especializada en crisis financieras. Sin embargo, en su etapa universitaria en Florida se despertó su interés por la economía, pues, según confiesa, la intersección de esta disciplina y América Latina “surgió como un área especialmente intrigante”.

Desarrolló sus estudios de posgrado en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y allí entró en contacto, entre otros economistas de altura, con Guillermo Calvo y Robert Mundell, Premio Nobel de Economía en 1999 por su estudio de los regímenes de tipo de cambio y las áreas monetarias óptimas, quien se convertiría en su asesor de tesis.

Antes de finalizar su tesis doctoral pasó cuatro años trabajando en Wall Street, en Bear Stearns, entidad que no fue capaz de superar la crisis financiera de 2008. Esta breve experiencia profesional marcó la que sería su línea de estudio principal en las décadas posteriores, y le ha llevado a afirmar que su “profunda desconfianza hacia los mercados financieros y su naturaleza inconstante, que solo ha empeorado con el tiempo, se remonta a ese período” y que, en línea con Charles Kindleberger, las crisis financieras no son un fenómeno del pasado sino una realidad perenne.

Tras este paréntesis de cuatro años en la industria financiera, retomó su tesis, que finalizó en apenas nueve meses y tuvo por objeto la relación entre el débil precio de las materias primas, la dificultad de los productores para acceder a los mercados de capitales internacionales y a las divisas necesarias para desarrollar su actividad, y la expansión de las exportaciones como alternativa, lo que hundió todavía más los precios.

A partir de ahí desarrolló una actividad académica centrada en el “drama de la vida real”, que involucra crisis bancarias y cambiarias —“crisis gemelas”—, incumplimientos soberanos, reversiones de flujos de capital, colapsos del mercado de valores y otros desastres económicos.

Para Reinhart, las crisis financieras han estado vivas durante décadas en la literatura financiera internacional, aunque el hecho de que en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, hasta 2008, fueran una rareza en las economías más avanzadas, con la excepción de algunas crisis leves como la de Dinamarca o las más graves de Finlandia, Noruega, Suecia, o España, ha provocado una pérdida de perspectiva.

En su opinión, con la crisis financiera iniciada en 2008 se ha reproducido un patrón, a una escala mucho mayor, ya observado en Chile en los años 80 del pasado siglo: en países con finanzas públicas sólidas y una deuda pública baja, el sector bancario comenzó a financiarse en el exterior para prestar, de manera imprudente, a escala nacional, con el efecto final de que las deudas privadas anteriores a la crisis se terminaron convirtiendo, tras el inicio de esta, en deuda pública.

Según Reinhart y Rogoff, las economías más ricas necesitan una media de siete años para devolver el crecimiento económico a los niveles anteriores al estallido de una crisis.

La reflexión de Carmen M. Reinhart, acumulada en estas décadas de estudio, se podría sintetizar del siguiente modo: la memoria colectiva es frágil y por ello es necesario recordar las lecciones que nos ofrece el pasado.


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

1 comentario

NCC · 5 julio, 2019 a las 12:10 pm

Buen artículo. Felicidades

Esta reflexión me hace recordar una frase de Albert Einstein. “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura…
Esperemos no olvidar las lecciones del pasado en este país aunque la crisis nos hagan progresar…

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