Bruno Padilla del Valle, “Nadie está a salvo en casa”, Jot Down, núm. 41, diciembre de 2022, págs. 143-144.

“Hay un subgénero dentro del subgénero que podríamos denominar terror hipotecario, y que de algún modo conecta con todos los miedos de la sociedad actual (hay para todos los gustos y poderes adquisitivos: los arrendatarios y compradores tiemblan ante el descontrol del mercado; los arrendadores y vendedores temen al fantasma okupa; los que se meten en obras viven una pesadilla… pero esa es otra historia de terror). Rodada en el Palazzo Gambirasi de 1659, Fantasmas en Roma (1961) reúne a Matronianni, Gassman y De Filippo, en una curiosa trama donde los espectros tratan de impedir que su residencia sea demolida haciendo que sea declarada bien de interés cultural. Una comedia que nos recuerda el origen desenfadado de estas ficciones en el cine, que se remonta al cortometraje mudo The haunted house (1913), escrito por la también actriz Maie B. Havey. Saltando más de un siglo en el tiempo, la reciente Casa ajena (2020), de Remi Weekes, no provoca risa alguna sino horror indignado, con un argumento en el que una pareja de refugiados sudaneses encuentra alojamiento, e indiferencia social ante su drama, en el país del Brexit”.

 

Imagen de la autoría de @vectorpocket – www.freepik.es


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *