Kikuo Iwata, vicegobernador del Banco de Japón, se ha pronunciado en unas recientes jornadas celebradas en Tokyo sobre la necesidad de profundizar en la educación financiera de la población. Hay que atender, en su opinión, al carácter global del sistema financiero sin perder de vista los factores específicos y los antecedentes históricos de cada país.

En Japón, con más intensidad que en el resto del mundo industrializado, la población envejece a gran velocidad y las parejas tienen cada vez menos hijos. La suficiencia de las pensiones públicas está cuestionada por la implacable aritmética de la demografía, lo que multiplica las posibilidades de las pensiones privadas y de otras formas de ahorro análogas.

Iwata concluye que mejorar la literatura financiera para que las personas planifiquen sus ingresos futuros mientras son jóvenes y ahorren para el porvenir ayudaría mucho.

En 2013, las encuestas recogieron como la mayor inquietud de los japoneses la consistente en “disponer de fondos para la jubilación” (la respuesta tradicional era, anteriormente, “la preparación para afrontar enfermedades e imprevistos”), a pesar de que Japón cuenta con un sólido sistema de pensiones públicas. Los japoneses están acumulando, siguiendo esta lógica, activos financieros para asegurarse patrones de vida dignos tras la jubilación, aunque se está abriendo una brecha entre los que pueden permitirse este tipo de ahorro y quiénes no.

En el otro extremo, desde el Banco de Japón se alerta de dos fenómenos que afectan a los más jóvenes. Se trata del conocido como “six pocket problem”, que perjudica a los menores que reciben dinero de sus padres y de los abuelos paternos y maternos y, en esta abundancia, ni conocen ni valoran el precio de las cosas. El otro es el “problema del dinero invisible” (“invisible money problem”), que provoca que el menor no perciba que paga un precio por algo, dado el creciente uso del dinero electrónico, que ni se ve ni se palpa. En ambos casos, el menor no tiene conciencia de que existen límites al dinero que puede gastar.

Tanto en relación con la insuficiencia del sistema de pensiones públicas como en el del mal uso del dinero por los más jóvenes y sus perniciosos efectos, el denominador común es el mismo: la escasez del dinero y de los recursos.

Por último, se apunta a otro hecho preocupante en la sociedad japonesa, pues las personas mayores están siendo, cada vez más, víctimas de fraudes financieros, lo que se podría prevenir si estas estuvieran más en guardia.

Todos los riesgos mencionados se mitigarían con mejor información. La comunicación sería más efectiva si se atendiera a las indicaciones propuestas por la “economía conductual” (“behavioral economics”), en la línea también apuntada por el Banco Mundial.

Carencias de los sistemas públicos de pensiones, mayor desigualdad (a lo que nos hemos referido aquí), preponderancia del dinero electrónico (tratado aquí) sobre los históricos billetes y monedas, conductas fraudulentas que tienen por víctimas a los más desvalidos, etcétera. Esta entrada se titula “Educación financiera en Japón”, pero bien podría haberse denominado “Educación financiera en cualquier parte del mundo”.

Financial Education in Japan: Challenges Presented by the Aging Population and Declining Birthrate”, Kikuo Iwata, Deputy Governor of the Bankof Japan, January 23, 2015.


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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