Nuestra relación con el dinero ha cambiado tras la pandemia, y va a cambiar más todavía en el corto plazo, gracias al desarrollo tecnológico y, especialmente, a dicho cambio de percepción por parte de los usuarios.

El lanzamiento de las monedas digitales soberanas (“Central Bank Digital Currencies” —CBDC— en inglés), como el euro digital, que coexistirán con los billetes y monedas emitidos por los bancos centrales, con el dinero bancario y con otras monedas digitales privadas, marcará un punto de no retorno.

Ahora preferimos dejar constancia de cómo ha cambiado la relación de los ciudadanos con el dinero, en el entorno de la pandemia y el riesgo de contagio por el manejo de efectivo. El BCE analiza esta materia en el paper “Catch me (if you can): assessing the risk of SARS-CoV-2 transmission via euro cash” (Tamele et al., julio de 2021).

En este trabajo se concluye que el temor inicial al contagio por el empleo de los billetes y monedas era infundado (“irrational fear”). A la par que la sociedad aprende sobre la Covid-19 también lo hace sobre aspectos concretos como la eventual existencia del virus en el efectivo en cantidad suficiente como para que las personas enfermen.

Una de las paradojas de la pandemia es que han aumentado las reservas de efectivo de los particulares, lo que suele ocurrir, como medida precautoria, en todas las épocas de crisis, aunque, por el contrario, su uso material ha menguado, lo que se ha debido, en parte, al infundado temor al contagio; las propias autoridades y los medios de comunicación podrían haber contribuido a ello:

“Cash is seen as a safe haven in all crisis situations, including the COVID-19 pandemic. In times of insecurity, people tend to increase their precautionary holdings of cash to be prepared for whatever lies ahead. As shown, the increase in the overall demand for cash during the COVID-19 pandemic was extraordinary compared with pre-crisis years, mainly due to higher store-of-value demand from euro area citizens. However, cash payments were reduced partly due to fears of contagion via cash, which were probably magnified by media statements and recommendations by public authorities”.

La investigación científica muestra que el virus se transmite desde el efectivo hasta los dedos de las personas en cantidades muy reducidas, menores incluso de lo que, en general, resultaría necesario para causar la infección.

La realidad es que, como evidencia la ciencia, el contacto físico no representa la principal ruta de transmisión del virus, sino que el mayor riesgo proviene de los fluidos respiratorios y del aire (transmisión por aerosol). El riesgo de transmisión vía efectivo es, por tanto, «muy bajo», por lo que «su uso es seguro».

Las monedas y los billetes no deben ser condenados por su potencial capacidad de contagio, aunque mucho nos tememos que en la vida cotidiana, por otras razones, es posible que tengan sus días contados. Tomemos, en todo caso, como siempre, las medidas adecuadas: mantengamos la higiene tras entrar en contacto con ellos, y la distancia respecto del dinero sucio.

 

(Imagen de la autoría de pch.vector – www.freepik.es)


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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