(Publicado en EnFintech el 6 de diciembre de 2017)

En un ejercicio de transparencia, el Banco Central Europeo (BCE) dedica un espacio en su página web al conocido como “Banking Industry Dialogue”, que es un foro de intercambio de impresiones entre el supervisor y la industria bancaria europea sobre temas de actualidad con impacto en la estabilidad financiera y en la política macroprudencial. El grupo está encabezado formalmente por el presidente del BCE y se reúne dos veces al año en Fráncfort del Meno.

El contenido de lo tratado en las reuniones es de una importancia extraordinaria, pues en ellas se discuten las verdaderas inquietudes del BCE, de los grandes bancos europeos, las tendencias, los riesgos, las oportunidades…

La lectura de las actas nos permite sumergirnos, sin intermediarios, en la realidad de la banca del presente y del futuro más inmediato, y la conclusión es que casi todo lo que podemos leer en la prensa económica, fuera de ambientes reservados, es fiel al panorama que se dibuja en estas reuniones, lo que nos parece una buena señal, un indicio de limpieza.

La última reunión se celebró el 8 de noviembre de 2017, y el acta de la sesión es de 29 de noviembre de 2017 (“Summary of Banking Industry Dialogue on 8 November 2017 in Frankfurt am Main”).

La lista de autoridades y entidades que asistieron se pueden consultar en el propio documento, pero lo relevante, en todo caso, no está en los sujetos sino en el objeto de lo discutido.

Según el documento, el fenómeno “Fintech” se percibe por el sector como una oportunidad, pues los bancos pueden tomar ventaja de los avances tecnológicos. También podrían, por ejemplo, adquirir compañías, formalizar alianzas con las entidades “Fintech” o desarrollar proyectos propios con las ideas suministradas por las empresas tecnológicas. Aquí se afirma, sin embargo, que los bancos más pequeños tienen menores posibilidades en esta arena, ya que las inversiones necesarias son de gran escala.

Si los bancos quieren seguir siendo competitivos deben invertir en tecnología para poder ofrecer servicios digitales. Es evidente que la inversión no rendirá hasta pasados algunos años, por lo que los bancos podrían optar por las fusiones transfronterizas para ganar tamaño.

La prestación de unos mismos servicios debería quedar sometida a unas mismas reglas, con independencia de qué tipo de entidad los ofrezca, se sugiere.

Al parecer, según el acta, y esto nos parece un enorme error de concepto y estratégico, no se refirió como un factor clave la adecuada protección y satisfacción del cliente, más allá de una somera referencia a los nuevos servicios financieros ofrecidos “on line”.

El riesgo de que las grandes empresas tecnológicas (las célebres GAFA) incorporen servicios financieros en sus plataformas se valora por los bancos europeos como un potencial reto competitivo. Se hizo notar en Fráncfort del Meno que, como ya sabemos, algunos de estos gigantes tecnológicos han desarrollado estructuras de pago, aunque, normalmente, en cooperación con los bancos, y que, en algunos casos, prestan servicios de financiación.

Consideramos que esta alianza entre concepciones, entidades y propietarios tan divergentes podría encubrir una “paz armada”, o bien dar cobijo a una verdadera “entente cordial”: el tiempo dirá.

Los bancos cuentan con infraestructuras físicas (el espacio real también cuenta) y tecnológicas, datos, clientes, la reserva legal para captar depósitos y centurias de experiencia —un activo que quizás no tenga demasiado valor en el presente—, además de una muy estrecha y especial relación con los Estados…

Si el sector “Fintech”, por mucho que cuente con el favor de los usuarios más jóvenes y tecnificados, se precipitara y lanzara un “ataque” sin la suficiente madurez y a destiempo, los resultados del choque serían fácilmente predecibles.

No son escasos los retos del sector, ni, como cuando cayó Constantinopla en 1453 ante el empuje de Mehmed II, pocas las grietas en las murallas del tradicionalmente inexpugnable sector bancario. Quizás el escenario más adecuado, ciertamente, sea el de la cooperación, en beneficio de todos los oferentes de servicios financieros y, especialmente, de la clientela que los recibe y paga.


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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