“La única manera realista de que las entidades aborden el reto de la rentabilidad es que tomen medidas contundentes para mejorar su eficiencia en términos de costes y que reorienten sus modelos de negocio hacia oportunidades de creación de valor a largo plazo. Precisamente, la mayoría de las recomendaciones cualitativas (63 %) que formulamos en la evaluación de los modelos de negocio realizada en el marco del PRES de 2021 estaban relacionadas con la sostenibilidad —en otras palabras, con la capacidad para generar una rentabilidad sostenida a medio y a largo plazo—. En los últimos años hemos visto que las entidades han hecho esfuerzos satisfactorios para reducir costes y acometer transformaciones estructurales, con una mayor consolidación de las líneas de negocio y una reactivación de las fusiones y adquisiciones en 2020. Con todo, en partes considerables del sector bancario continúan observándose grandes retrasos en la aplicación de estos cambios, incapacidad para adaptar los modelos de negocio a los desafíos planteados por la pandemia y una capacidad limitada para aplicar medidas supervisoras adoptadas previamente en relación con dichos modelos.
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Ninguna entidad puede permitirse ignorar el potencial de mejora de la eficiencia que ofrecen las tecnologías digitales. La pandemia ha acelerado sustancialmente la prestación de servicios digitales, y la banca ha estado al frente de este cambio. Ahora, la mayoría de los ciudadanos están familiarizados con la banca online o la banca móvil. Este nuevo entorno crea oportunidades para que las entidades incrementen sus ingresos, ya que pueden ampliar su base de clientes sin necesidad de una presencia física. Los nuevos productos y servicios digitales pueden ofrecerse a un coste marginal muy bajo, y es posible mejorar la fijación de precios a través de técnicas avanzadas de procesamiento de ingentes volúmenes de datos. Las tecnologías digitales brindan a las entidades la oportunidad de aumentar su eficiencia en términos de costes reduciendo el número de sucursales y los gastos de personal, y les permite ofrecer plataformas más integradas, repositorios de datos y herramientas de distribución en todos sus grupos.
No obstante, aunque estas tecnologías pueden dar nuevas respuestas a cuestiones fundamentales y urgentes, también plantean nuevos retos no solo para los bancos, sino también para los reguladores y los supervisores. El riesgo tecnológico y el ciberriesgo están siendo cada vez más un importante foco de atención de la Supervisión Bancaria del BCE”.