Leemos en El País de 19 de junio de 2016 (suplemento «Ideas», pág. 7) lo siguiente:
«Starbucks es un banco. La famosa cadena de cafeterías se ha convertido en una especie de entidad financiera. The Wall Street Journal ha analizado dónde guardan el dinero los estadounidenses y ha descubierto que los clientes de Starbucks tienen 1.200 millones de dólares depositados en tarjetas de prepago de la empresa y su aplicación móvil, con las que se pueden comprar sus productos».
Es difícil encontrar más inexactitudes en menos espacio: se confunde la función de almacén de valor con la de medio de pago, el ahorro con la disponibilidad para el gasto, a una entidad de servicios de pago con un banco, a un depósito con una tarjeta de prepago…
Sintéticamente, conforme a la normativa española, «Los fondos recibidos por dichas entidades [de pago] de los usuarios de servicios de pago para la prestación de servicios de pago no constituirán depósitos u otros fondos reembolsables».