Han pasado 80 años desde la creación del Fondo Monetario Internacional en el contexto de los acuerdos de Bretton Woods, con la Guerra Mundial todavía no terminada y la Gran Depresión, al igual que los conflictos del periodo de entreguerras, bien presentes.

El número de junio de la revista Finanzas y Desarrollo se centra en esta efeméride y en el inmediato devenir de la institución.

La Directora General del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, escribe un trabajo titulado “Las posibilidades económicas para mis nietos” (“Economic possibilities for my grandchildren”), que se inspira a su vez en la ponencia dada por ella misma en el King’s College de la Universidad de Cambridge en marzo de 2024, donde décadas atrás J. M. Keynes estudió e impartió su magisterio.

El título del artículo y de la ponencia de Georgieva enlaza con el discurso de Keynes pronunciado en Madrid el 10 de junio de 1930, en la antigua Residencia de Estudiantes, a invitación del Comité Hispano-Inglés.

Probablemente se trate de uno de los discursos clave del economista británico, que, en medio del mayor pesimismo, en vísperas de los años más destructivos de la Historia, expresó su optimismo sobre el futuro y la aportación de unos economistas libres de prejuicios ideológicos (“¡Qué gran cosa sería que los economistas consiguieran que se les considerase como personas competentes, modesta y útiles, como hoy se piensa de los odontólogos!”).

Temas como la definitiva resolución de las necesidades materiales de las personas, con un nivel de vida futuro, efectivamente alcanzado, entre 4 y 8 veces más alto que el de 1930, la jornada de trabajo reducida (3 horas a la semana, 5 días a la semana, 15 horas lejos aún del estándar de 35 horas semanales), el disfrute del ocio, el desprecio por el dinero como elemento vertebrador de la vida, o el tipo de interés compuesto, fueron tratados por el profesor.

Incluso no rechazó incluir una referencia, no tan positiva, al futuro “desempleo tecnológico”, tan de nuestra época, o a algún chascarrillo histórico, como que “los comienzos de la inversión británica en el exterior se hallan en el tesoro que Drake robó a España en 1580”, lo que, asociado al poder del tipo de interés compuesto, explicaría la acumulación de riqueza británica pasados los siglos.

Precisamente (véase la imagen copiada abajo tomada del texto de Georgieva), Keynes expresamente suprimió un párrafo de su alocución poniendo en valor el tan denostado genio económico español del siglo XVI, que desembocaría en la Escuela de Salamanca, como otra ilustre británica discípula de Hayek, Marjorie Grice-Hutchinson, revelaría años más tarde.

Esta omisión no ha pasado inadvertida para José M. Domínguez, quien señala lo siguiente sobre esta misteriosa supresión: “A la vista del éxito cosechado por los adagios keynesianos dentro de la cultura y el imaginario populares, cabría formular la hipótesis de si la leyenda negra hispana habría quedado debilitada, o incluso desactivada, de haberse difundido ese pensamiento, que, un tanto misteriosamente, desapareció del texto editado del discurso”.

(Imagen creada con ChatGPT 4o)


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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