Alejandro Luque, “Marrakech no es Oriente”, Jot Down, sin fecha.

«La realidad es que esa forma de regateo que consiste en pedir, de entrada, el triple del precio real del producto, es solo una deformación de las costumbres provocada por el boom del turismo. De hecho, la obligación de no mentir, es decir, de no inflar el precio, es una prescripción coránica, que se pasa por alto solo con los infieles: hacerlo con un musulmán es pecado. Entre buenos musulmanes, dentro de los usos y costumbres habituales, el precio no se discute.

Pero los vendedores que abusan de esos clientes despistados no son más aborrecibles que los viajeros capaces de discutir durante horas un dirham arriba o abajo, todo para marcharse jactándose de haber hecho una gran compra a un precio ridículo.

Goytisolo recordaba que una vez vio en Marrakech al exministro socialista Miguel Boyer en compañía del entonces director del Banco de España, y corrió a decirle a los bazaristas que conocía: “¿Veis a aquellos dos? ¡Están podridos de dinero! ¡Pedidles un precio cien veces superior a lo normal!”».


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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