“La pareja evolutivamente estable”, Marta Iglesias Julios, Jot Down, núm. 34, marzo de 2021, pág. 250.

«Cuando dos personas deciden mudarse a vivir juntas es mucho más simple si una de ellas se amolda a vivir en la casa de la otra que cuando lo que tratamos es de mezclar los contenidos de las dos casas. ¿Nos quedamos tu tostador o el mío? ¿Me liberas tres estantes para meter mis libros? ¿Prefiero el color de mis cortinas?, etc. Tal como hemos visto antes, cuando se fusionan dos gametos, no solo es que se junte su información genética, su ADN, sino que también hace falta aportar todos los materiales que serán necesarios para generar un nuevo embrión. No basta con juntar los cromosomas, hace falta una célula que funcione, que sea capaz de leer esta información genética para empezar la construcción del futuro embrión. Y, en este sentido, ocurre como en el caso que comentábamos cuando dos personas comienzan a convivir: hay menos problemas si un gameto aporta solo los cromosomas y el otro aporta, además de sus cromosomas, todo el resto de la célula, que contiene, además de nutrientes, orgánulos como las antes mencionadas mitocondrias, ribosomas para convertir la información genética en algo material y un largo etcétera. Es la denominada “hipótesis de la incompatibilidad citoplasmática”, en que los espermatozoides aportan básicamente solo sus cromosomas para ahorrarse discusiones en la mudanza».

 

(Imagen tomada de https://www.abc.es/ciencia/abci-afirman-no-manual-instrucciones-para-construir-organismos-sino-simple-lista-ingredientes-202004240205_noticia.html)


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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