Publicado en UniBlog el 10 de abril de 2025.
Un escenario complejo y la Unión de Ahorros e Inversiones
La gestión de la incertidumbre es parte inherente del día a día y, por extensión, también de las finanzas. A la vista de los acontecimientos de los últimos años no es de extrañar que un nuevo tipo de riesgo, el geopolítico, haya emergido con fuerza.
Por ejemplo, para el Banco Central Europeo, las entidades bancarias supervisadas deben reforzar su capacidad para hacer frente a “perturbaciones geopolíticas graves”. Se trata de la primera de las prioridades supervisoras para el periodo 2025-2027, que muestra bien este entorno enrarecido, con impacto en las entidades pero también en los ciudadanos, que deben protegerse, en general, de las amenazas relacionadas con la ciberseguridad.
Sin embargo, a pesar de los vientos que soplan desde la otra orilla del Atlántico (los Estados Unidos prevén abandonar, por segunda vez, el Acuerdo de París sobre el cambio climático) y de la nueva orientación de Europa para reafirmar y preservar sus valores, lo que incluye la elevación del gasto en defensa, la agenda de la sostenibilidad no parece que se vaya a detener.
Hay que recordar, en primer lugar, que el compromiso de la Unión Europea con la neutralidad climática, reconocido normativamente, se mantiene. Europa pretende ser la primera región del planeta libre de gases de efecto invernadero en 2050, lo que representa un reto, pero también una oportunidad de crecimiento económico.
La Comisión Europea publicó una relevante comunicación el 19 de marzo de 2025 para la creación de la Unión de Ahorros e Inversiones (“Savings and Investments Union”, en inglés). Se trata de una iniciativa que pretende concluir tanto la Unión Bancaria como la Unión del Mercado de Capitales, y servir a la doble transición digital y verde en curso, sin dejar de atender el complejo escenario geopolítico y la necesidad de invertir en la defensa de Europa. Solo así, reconoce la Comisión, la Unión se podrá preparar para ejercer un papel muy distinto como potencia global, que preserve la democracia y la justicia social.
Los informes “Letta” y “Draghi”, ambos publicados en 2024, advierten de la necesidad de que Europa sea más competitiva, para lo que se necesitará, por una parte, un mayor impulso del emprendimiento y una mayor tolerancia hacia el riesgo, y, de otra, financiación, tanto en el mercado de capitales como, en menor medida, bancaria.
Unión de Ahorros e Inversiones y finanzas sostenibles
Para lograr la transformación ecológica de su economía, la Unión Europea calcula que necesitará movilizar alrededor de 480.000 millones de euros adicionales cada año hasta 2030, solo en energía limpia, transporte sostenible e innovación industrial.
Esta cifra, que supera con creces las disponibilidades de los presupuestos públicos, obliga a mirar hacia el sector financiero y, especialmente, hacia los millones de ciudadanos europeos que mantienen su dinero en depósitos bancarios con escasa o nula rentabilidad y sin impacto económico real.
La Comisión Europea estima que los hogares europeos mantienen más de 10 billones de euros en depósitos bancarios. Si una parte sustancial de esos recursos se orientara hacia instrumentos de inversión en los mercados de capitales, Europa podría no solo avanzar en su transición ecológica, sino también ofrecer a sus ciudadanos nuevas oportunidades de rentabilidad y de participación activa en la economía del futuro.
En este contexto, la Unión de Ahorros e Inversiones tiene un propósito claro: canalizar mejor el ahorro europeo hacia inversiones productivas que sirvan a los grandes objetivos estratégicos de la Unión, entre ellos, la neutralidad climática.
Debemos añadir en este punto que no es igual el riesgo del ahorro —que es un muy bajo o inapreciable, gracias a la doble malla de la regulación y de la supervisión y a los fondos de garantía de depósitos— que el asumido por el inversor al adentrarse en unos mercados financieros que, como contrapartida, pueden generar una rentabilidad muy superior.
Precisamente, el sistema financiero, tanto en el segmento bancario como en el de inversión, debe procurar que los recursos no queden ociosos, facilitando su canalización hacia la actividad económica o empresarial, casando las necesidades de los ahorradores e inversores con las de los demandantes de financiación e inversión.
Por lo tanto, lo primero para que esta recién diseñada Unión de Ahorros e Inversiones prospere es que los ciudadanos dispongan de los conocimientos y de las competencias necesarias, para, de manera libre e informada, decidir cuándo quieren, simplemente, ahorrar, y cuándo desean invertir, asumiendo un mayor riesgo pero también una mayor rentabilidad potencial.
Unión de Ahorros e Inversiones y educación financiera
El conjunto de medidas para el establecimiento de esta Unión es amplio, y su exposición va mucho más allá de lo que pretendemos con este breve post. En síntesis, estas medidas buscan una modernización profunda del sistema de intermediación financiera, más allá del papel tradicional de los bancos, para dar mayor protagonismo a los mercados de capitales, a los fondos sostenibles, al capital riesgo y a otros instrumentos innovadores.
Entre los nuevos elementos destacan las nuevas cuentas de ahorro e inversión europeas (“EU Savings and Investment Accounts”), que incluirían, entre otras, ventajas fiscales. El objetivo no sería solo mejorar la rentabilidad de los ahorros, sino también permitir que los ciudadanos participaran de forma directa en proyectos ligados a las prioridades estratégicas de la Unión, como las energías renovables, la eficiencia energética o la economía circular (también la defensa y la exploración del espacio, como mostramos anteriormente).
La Unión de Ahorros e Inversiones reconoce la necesidad de mejorar los niveles de educación financiera de la población. Se trata, a la vez, de una buena y de una mala noticia, en nuestra opinión: lo positivo es que se podrá aprovechar el camino trazado en los últimos años, tanto por el sector público como por el privado, y lo menos positivo es que todavía sigue quedando margen de mejora para que las finanzas sean un mundo más transparente y menos esotérico, donde los ciudadanos puedan discriminar bien entre el ahorro y la inversión.
De hecho, en la comunicación de la Comisión Europea que estamos comentando se reconoce que el nivel de educación financiera en la Unión es “pobre”, pues solo el 18% de los individuos posee un alto nivel de competencias financieras.
La Comisión adoptará, en el tercer trimestre de 2025, una estrategia de educación financiera para empoderar a los ciudadanos, concienciarlos y aumentar su participación en los mercados de capitales, creando así una cultura de mayor conocimiento en materia de inversión.
Conclusión
La transición sostenible representa uno de los mayores desafíos —y una de las mayores oportunidades— de nuestro tiempo. Es necesario movilizar el ahorro de millones de ciudadanos y canalizarlo hacia inversiones productivas que construyan una economía más limpia, más competitiva y más inclusiva. La Unión de Ahorros e Inversiones pretende ser el puente entre ese ahorro y ese futuro. Un futuro que ya no es una posibilidad remota, sino una necesidad urgente, a la vista de la evolución de los acontecimientos en las esferas verde y digital, y de la geopolítica.