Agustín Carstens, actual Gerente General del Banco de Pagos Internacionales, recibió el 6 de marzo de 2023 el Premio de Economía Rey de España. En los mismos días en que unas severas dudas han vuelto a azotar el sistema financiero, el título de su discurso fue “El valor de la confianza”.
El discurso merece ser leído, por la amplia experiencia acumulada por Carstens durante más de 40 años, por su conocimiento teórico y práctico. Destaca, en concreto, la labor “purificadora” de los mercados: “Tener un buen grupo de economistas técnicamente solventes, pero también expuestos a las trincheras de los mercados, es de vital importancia. Los mercados financieros hacen una gran contribución en la evaluación de las políticas, lo que con frecuencia lleva a la adecuación de las mismas. Una de las características salientes de dichos mercados es que diariamente juzgan a las políticas implementadas y emiten un veredicto sobre si son creíbles o si requieren afinación. El reto radica en tener la habilidad de extraer las señales adecuadas del cúmulo de información que emiten cotidianamente los mercados”.
A pesar de todo, el discurso se centró en la confianza, tanto en las autoridades (“si la confianza se evapora, la capacidad de hacer políticas públicas efectivas desaparece”) como en ciertos agentes privados (“A través de los años se han venido desarrollando arreglos institucionales con el objeto de procurar que la confianza de la sociedad en el dinero primario se replique en el bancario”).
Respecto de esto último, es decir, la capacidad de los bancos privados para generar dinero escriturario basado en el dinero soberano, cabría añadir alguna reflexión adicional.
Marjorie Grice-Hutchinson (La escuela de Salamanca: un estudio sobre los orígenes de la teoría monetaria en España (1544-1605), Caja España-Obra Social, 2005) refiere, respecto del siglo XVI, que “Los banqueros servían a sus depositantes gratis y usaban el dinero depositado para financiar sus propias operaciones. La mayoría del oro y la plata traídos por la flota pasaba de este modo a través de las manos de los banqueros y servía como base para la creación de crédito”. A ello añade que “Las grandes ferias [Burgos, Medina del Campo, Amberes, Lisboa…] perdieron los últimos rasgos de su viejo carácter local y se convirtieron en grandes centros de compensación nacional, y, es más, internacional, ‘el principio, la conclusión y el remate de todos los pagamentos’”.
Y parece que Silicon Valley Bank también era una feria, pues la práctica totalidad de los depositantes contaban con fondos por valor superior a los 250.000 dólares, es decir, utilizaban esta entidad de depósito más que para ahorrar o para ordenar pagos como cámara de compensación. Adicionalmente, buena parte de la clientela guardaba relación con el sector tecnológico, lo que exacerbó los riesgos en un entorno un tanto desconocido.
La confianza se puede identificar con la seguridad jurídica y con el respeto por la palabra dada. Un cierto e inesperado cambio de las reglas del juego se reflejó en la declaración conjunta del Tesoro, la Reserva Federal y el sistema de garantía de depósitos (Federal Deposit Insurance Corporation, FDIC) norteamericanos de 12 de marzo de 2023:
“Today we are taking decisive actions to protect the U.S. economy by strengthening public confidence in our banking system. This step will ensure that the U.S. banking system continues to perform its vital roles of protecting deposits and providing access to credit to households and businesses in a manner that promotes strong and sustainable economic growth.
After receiving a recommendation from the boards of the FDIC and the Federal Reserve, and consulting with the President, Secretary Yellen approved actions enabling the FDIC to complete its resolution of Silicon Valley Bank, Santa Clara, California, in a manner that fully protects all depositors. Depositors will have access to all of their money starting Monday, March 13. No losses associated with the resolution of Silicon Valley Bank will be borne by the taxpayer”.
Es decir, la cobertura máxima de 250.000 dólares quedaba derogada para ser ampliada sin límite, a la par que el banco entraba en resolución, los accionistas e inversores lo perdían todo y se aseguraba que los contribuyentes no asumirían costes…
Como decía Carstens en su discurso, los mercados no han entendido esta compleja ecuación, y la crisis de un banco mediano-grande de la primera potencia del planeta ha desembocado en unas turbulencias mundiales de consecuencias, en estos momentos, difíciles de predecir.
Sin aparente conexión, otro gigante europeo, Credit Suisse, ha necesitado una inyección de liquidez de las autoridades suizas, en la medida en que el principal accionista, originario de otro continente, ha rechazado concurrir a una nueva ampliación de capital.
Puede que la virtud —con su correlativo castigo— haya residido en la capacidad de los banqueros para crear dinero y crédito en asociación con los soberanos, a lo que aquellos han añadido otra serie de complejas operaciones financieras como parte de su porfolio, y estos un deseo de ensanchar sus actividades con el gasto que les es inherente, más allá de situaciones coyunturales de guerra, crisis sanitaria o energética. El célebre “doom-loop” o “círculo infernal”, como los de Dante y Virgilio, que no se ha superado del todo.
La desconfianza, siempre la desconfianza, late en toda crisis financiera, a pesar de que el supervisor cuenta con un ojo que todo lo ve, y los mercados se caracterizan, a priori, por la transparencia. La tensión entre la realidad y la apariencia siempre llama no dos sino varias veces, como ya apuntó Galbraith. El drama se repite, pero cambian los actores y el escenario.
(Imagen: Google Maps)