La narrativa empresarial es una herramienta fundamental para la comunicación de las corporaciones con sus grupos de interés, pero su importancia va mucho más allá de la simple transmisión de información.
Este narrativa, bien derive del discurso directo de sus responsables, con ocasión de intervenciones articuladas o incluso espontáneas, o la que se puede desprender de manera más o menos razonada de la divulgación de información corporativa (cuentas anuales, información financiera periódica, etc.), está en el foco.
La coherencia entre el discurso y los hechos es un imperativo al que prestan atención los mercados y los inversores, pero también los clientes y la sociedad en general, sobre todo desde que a través de la vía de los factores de la sostenibilidad las corporaciones deben prestar atención además de al interés societario al interés de la sociedad, en sentido amplio.
(Cuestión distinta y extraordinariamente compleja es cómo se forma y articula el “pensamiento corporativo”, y cómo este es objeto de plasmación, gestión, actualización y efectiva comunicación, en el sentido de que supere los contornos de la propia empresa, en esta época de globalización y de recurso generalizado a las redes sociales, en la que se pueden encontrar de manera indiferenciada textos informativos y de opinión, e informaciones que contribuyen a la formación de la opinión pública o textos y contenidos meramente patrocinados, con presencia, a veces, de diversos derechos fundamentales en liza).
Al final del día, en todo caso, la información inexacta sale a la luz y las consecuencias son inevitables. Cuando una corporación emite información inexacta puede estar infringiendo deberes básicos de diligencia y de control interno. En los casos de reiteración del error o de comunicación deliberada de información inexacta, incluso se podría estar traspasando la línea marcada por las disposiciones normativas y sectoriales.
El mercado es implacable no solo con las firmas que intentan engañar a los consumidores sino también, meramente, con las que emiten información imprecisa. Cuando se descubre que una empresa ha estado emitiendo información inexacta, las acciones de la compañía pueden desplomarse, lo que afecta directamente a los inversores. La credibilidad es un activo valioso para cualquier empresa que, cuando se pierde, arduamente se puede recuperar.
Valga todo lo anterior para enmarcar la información aparecida en The Economist (Business, 23 February 2023), a propósito de Credit Suisse. Al parecer, el regulador financiero de Suiza está investigando al presidente de esta entidad por posible engaño a los mercados cuando refirió que la pérdida de clientes del banco se había detenido. En un informe posterior de ganancias se expresó que la sangría de clientes no había finalizado. Las investigaciones han provocado que la cotización alcance nuevos mínimos.
Imagen de la autoría de jcomp – www.freepik.es