Es recurrente que desde el Mecanismo Único de Supervisión (MUS) se afirme que en Europa hay muchos bancos, que hay un exceso de competencia y que es necesario que se inicien procesos de consolidación —transfronterizos, de ser posible—.
Sabine Lautenschläger, en el reciente discurso “European banks – The quest for the best business model”, dictado el 7 de noviembre de 2017, ha afirmado lo que sigue: “some national banking markets in Europe are overbanked and therefore overly competitive. So there is a need for consolidation – consolidation which leads to stronger banks with viable business models”.
Este exceso de competencia provoca que la rentabilidad sea reducida y que sea necesario, además, buscar nuevos modelos de negocio.
Desde algunas instancias de la Unión Europea se afirma, por un lado, que la competencia es buena y que merece ser promovida, pero, desde otras, por otro, que puede resultar perjudicial, como acontece en el ámbito bancario, apostando claramente por el oligopolio.
Quizás las únicas visiones contrapuestas —o aparentemente diferentes— a la del supervisor bancario europeo sean la de Andreas Dombret, del Deutsche Bundesbank, y la de Míchel, el entrenador del Málaga C.F. Sin duda, es ahora la de este último la que nos interesa.
El Málaga C.F., tras pasar por los años deportivos más gloriosos de su historia, que le llevaron cerca de las semifinales de la “Champions League” en 2013, atraviesa una complicada situación en la actual campaña liguera. En estos momentos, con 11 partidos jugados, ha ganado un encuentro, ha empatado otro y ha perdido nueve. Es el último clasificado de LaLiga Santander con 4 puntos; su rentabilidad, en términos de puntos, no es mayor que la de muchos bancos europeos.
En el diario Sur del 8 de noviembre de 2017 se recogen unas llamativas declaraciones del entrenador del equipo blanquiazul, de las que destacamos su titular: “Necesitamos reducir la plantilla para que haya más competencia”.
Desconocemos si hay algún tipo de vínculo entre el supervisor y el entrenador, pero es posible que este, inconscientemente, nos haya hecho descubrir cuáles son los verdaderos propósitos del Banco Central Europeo en su faceta supervisora: que con un menor número de bancos haya más competencia.