El artículo “America´s oldest board” de The Economist (21 de marzo de 2020) da cuenta de la salida de Bill Gates de los consejos de administración de Microsoft, la empresa que él mismo creó, y de Berkshire Hathaway, la sociedad de inversión del mítico Warren Buffet.

Mientras que en Microsoft todavía no tiene un sucesor, en Berkshire será relevado por Ken Chenault, antiguo jefe de American Express, de 68 años de edad, quien, en palabras de The Economist, no parece representar “la sangre fresca” que la compañía necesita, aunque, al lado de los tres nonagenarios del consejo de administración, parece positivamente un “efebo”.

Fuente: The Economist

Si atendemos al cuadro incluido en este artículo, resulta que la edad media de los consejeros del índice S&P 500 supera ligeramente los 60 años de edad, en línea con la edad media en 2018 de los consejeros del Ibex-35 (61,8 años), según datos de la CNMV (“Informes de gobierno corporativo de las entidades emisoras de valores admitidos a negociación en mercados regulados —2018—“).

El caso de Berkshire Hathaway es extremo, aunque en JPMorgan Chase también podemos encontrar algunos consejeros por encima de los 70, e incluso de los 80, años de edad. Por el contrario, las empresas tecnológicas  (Alphabet, Microsoft y Facebook) y Walmart, particularmente, tienen varios consejeros por debajo de los 50 y hasta de los 40 años.

Qué duda cabe de que en los consejeros de mayor edad podremos encontrar una mayor acumulación de experiencia, tan relevante a la hora de gestionar el día a día de una sociedad cotizada. Obviamente, mayores y jóvenes pueden estar bien formados, pero cuantas más sean las vueltas que se le hayan dado al calendario, mayores serán las experiencias de todo tipo vividas. No obstante, si nos ponemos en el lugar de un consejero de una sociedad cotizada que tuviera en 2008 40 o 50 años, por ejemplo, con 52 o 62, respectivamente, acumularía en 2020 toda la experiencia asociada a la crisis financiera de 2007-2008 y a la del Covid-19, lo que muestra que, además de la edad, también merecen ser sopesados cuáles son los años vividos y su eventual agitación. Es posible que la horquilla mostrada (2007-2020) haya sido mucho más enriquecedora para un consejero que otros periodos notablemente más largos, en los que apenas pasó nada. No es tan solo lo que vives, sino la intensidad con la que lo vives, podemos concluir.

El apartado 529 bis, apartado 2, de la Ley de Sociedades de Capital promueve la diversidad de los consejos de administración en varios ámbitos, entre los que se incluye el de la edad: “El Consejo de administración deberá velar porque los procedimientos de selección de sus miembros favorezcan la diversidad respecto a cuestiones, como la edad, el género, la discapacidad o la formación y experiencia profesionales y no adolezcan de sesgos implícitos que puedan implicar discriminación alguna y, en particular, que faciliten la selección de consejeras en un número que permita alcanzar una presencia equilibrada de mujeres y hombres”.

Solo los más jóvenes atesoran todo el empuje y una determinada sensibilidad ante ciertas tendencias—recordemos que esta es la época de la economía colaborativa, de la transformación digital y de las finanzas sostenibles, por ejemplo—, inalcanzable para determinados perfiles.

Incluso, la salud y la fuerza física son atributos más extendidos entre los jóvenes que entre los mayores, por razones naturales.

Merece la pena traer a colación las palabras de Rafael Vidal [“El rol de las multinacionales y su estructuración a través de grupos de sociedades internacionales”, en “El control societario en los grupos de sociedades”, López Jiménez, J. Mª. (dtor.), Wolters Kluwer-Bosch, 2017, pág. 56]:

«Ni que decir tiene que el director, jefe, “chairman” o como se le quiera denominar, debe reunir las cualidades de liderazgo que antes se han relacionado, incluso habría que añadir otras dos:

– Buena salud.

– Resistencia a la fatiga.

Dado que el cometido que se le ha encomendado por la alta dirección de la empresa necesitará mucha energía física (cambios de horario, viajes continuos, reuniones constantes en los más diversos niveles y un etcétera) debe siempre de estar en condiciones de un “recién levantado de la cama” y pareciendo que ha descansado. El interlocutor de una persona que parece agotada, a la que se le ve enferma (o al menos lo parece) se frota las manos porque entiende que se llevará la “tajada del jamón” en la negociación».

En conclusión, en el término medio de la edad puede estar la virtud en relación con la administración de realidades tan complejas como son las sociedades de mayor tamaño, sobre todo si son cotizadas, pero el momento histórico también puede marcar sensiblemente, al menos, teóricamente, las posibles preferencias de las juntas generales de accionistas.

 

(Imagen de la entrada de la autoría de dooder – www.freepik.es)


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *