«Un hecho revelador sobre la corriente general de pensamiento anterior al siglo XX es que nadie había sugerido que el universo se estaba expandiendo o contrayendo. Se solía aceptar que o bien el universo había existido eternamente en un estado invariable, o bien había sido creado en un tiempo finito en el pasado, más o menos tal como lo observamos hoy. Quizá esto se debía en parte a la tendencia del ser humano a creer en verdades eternas, así como el consuelo que encuentra en la idea de que a pesar de que él pueda envejecer y morir, el universo es invariable».

Stephen W. Hawking, “La teoría del todo. El origen y el destino del universo”.


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

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