A pesar de su propensión enciclopédica al conocimiento recurriendo a fuentes ciertas o simuladas, Jorge Luis Borges escribió en el prólogo de “Ficciones” lo siguiente: “Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos”.

Esta concisión requiere inexcusablemente claridad. Ortega y Gasset dejó dicho y escrito que “la claridad es la cortesía del filósofo”. Para Vargas Llosa (“La llamada de la tribu”), “este prurito obsesionante por hacerse entender de todos sus lectores es una de las lecciones más valiosas que [Ortega] nos ha legado”.

En el día a día de la gestión de las grandes corporaciones, por el contrario, ya sea por imposición normativa o por el tono gris que acompaña a cuanto se repite de forma ordinaria y rutinaria, prevalecen los extensos informes, oscuros las más de las veces, que, a la hora de la verdad, pues marcarán el devenir de la compañía, deben ser discutidos y aprobados en horas o minutos por sus directivos y administradores.

Se ha extendido la creencia —errónea a nuestro juicio— de que a mayor complejidad del lenguaje empleado (a ser posible, en otros idiomas) en los informes internos y en el proceso de toma de decisiones, mejores serán los resultados alcanzados.

Esta pretendida sofisticación acaso justifique como medida compensatoria la presencia de los gráficos y esquemas que tanto abundan en ciertos documentos empresariales.

Tales dificultades han originado que haya surgido un lucrativo mercado en torno al asesoramiento empresarial en todos los ámbitos (jurídico, laboral, fiscal, contable, organizativo…), que podría coadyuvar a la perpetuación de este estado de cosas.

Por todo esto, valoramos particularmente el último informe de Jeff Bezos a los accionistas de Amazon. Bajo el título “Six-Page Narratives” Bezos aporta algunas ideas simples pero, sorprendentemente, revolucionarias. En Amazon no se usan presentaciones de “PowerPoint” o similares sino que, por el contrario, se escriben informes narrativos de seis páginas. Al principio de cada reunión cada asistente lee en silencio el informe en una sala de estudio. Para Bezos, la calidad de estos informes varía sustancialmente: unos tienen la claridad de los ángeles cantando (“the clarity of angels singing”), otros todo lo contrario… El lector, a simple vista, diferencia un buen informe de otro que no lo es, aunque no sea fácil describir la razón de ello. Un buen informe de seis páginas no se escribe en uno o dos días, o incluso en horas, sino que puede llevar una semana o más. Los grandes informes se escriben y reescriben, se comparten con los colegas a quienes se les pide que mejoren el borrador que se les presenta, se dejan aparte por un par de días y entonces se retoman para revisarlos con la mente fresca. Uno de estos documentos, a pesar de su aparente sencillez, no se puede preparar en un día o en dos: así de simple.

Quizás haya que añadir a lo que expone el presidente de Amazon que estos informes se deben elaborar con recursos personales propios, y nunca, en exclusiva, por asesores externos, por mucho que haya casos en los que su ayuda, como es obvio, pueda ser inestimable.


José María López Jiménez

Especialista en regulación financiera. Doctor en Derecho

1 comentario

José M. Domínguez · 5 mayo, 2018 a las 7:29 pm

Una simple manifestación de sentido común, por el que otros, desde esferas mucho más modestas y menos influyentes, vienen proclamando desde hace tiempo, de manera infructuosa.
No deja de ser curiosa la práctica de Amazon de no recoger nunca los nombres de los autores de los informes, que se atribuyen a un equipo en su conjunto (aunque se supone que el texto comentado, escrito en primera persona, lo habrá escrito quien lo firma).
Interesante documento e interesante artículo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *